Tras su publicación en el año 2001, EN BUSCA DEL CAPITAN ZERO de Allan C. Weisbecker se convirtió rápidamente en un libro de culto para los vagabundos del surf. Su éxito llevo al actor y director Sean Penn a hacerse con la opción de compra de los derechos para su adaptación cinematográfica.

Es una pena que el proyecto nunca llegara a concretarse porque, respetando el espíritu de la obra original, podría haberse convertido en una de las mejores películas de surf de la historia. Y es que el libro tiene de todo: un surf trip espectacular por las costas de Centroamérica, las aventuras en la carretera de una road movie, historias de narcotraficantes y naufragios, una variopinta galería de personajes estrafalarios y olas… muchas olas.

Como sucede en EL PRINCIPIANTE de Peter Heller (libro también publicado por Varasek Ediciones), el desencadenante de la historia vuelve a ser la crisis de la mediana edad. En 1996, con casi 50 años, aburrido de una vida cómoda y de una carrera estancada como escritor y guionista de Hollywood, Weisbecker decide abandonarlo todo y echarse a la carretera en busca de su viejo camarada Christopher.

Siguiendo los pasos de Christopher, el CAPITAN ZERO que da título al libro, desaparecido en algún lugar de la costa de Centroamérica desde 1992, Weisbecker emprende esa huida hacia el sur tan enraizada en la mitología norteamericana. Pero, mientras que los motivos de Christopher eran la búsqueda de un paraíso perdido del surf en el que curarse de las secuelas psicológicas de la guerra de Vietnam y de una infancia en hogares de acogida, el viaje de Weisbecker está impulsado por la nostalgia y por el deseo de recuperar el espíritu libre de su juventud.

En el libro se intercalan fragmentos de su viaje, de playa en playa, reuniendo pistas dispersas sobre el paradero de Christopher, con recuerdos de su pasado que nos sirven para conocer la historia de su amistad. Desde que el surf los unió, siendo adolescentes, hasta que deciden convertirse en oulaws del surf: vagabundos salvajes dispuestos a todo, incluso a romper la ley, para poder financiarse su Endless Summer particular. Solo que, en vez de convertirse en atracadores de bancos como los personajes de la mítica película LE LLAMAN BODHI, deciden dedicarse al contrabando de marihuana, primero en Marruecos y después navegando por el Caribe.

En su huida hacia el sur, hasta el encuentro final con su viejo camarada, Allan evita siempre que puede a las masas de turistas y surfistas que amenazan con invadirlo todo, y busca la compañía de pescadores y expatriados. Personajes que como él mismo no encuentran su sitio en un mundo que cambia demasiado deprisa.

Lectura muy recomendada para todos los que aman el lado más espiritual del surf, pues uno de los grandes aciertos del libro es mostrar la dualidad de la relación de amor y respeto de los surfistas con el mar. El propio autor es consciente por sus experiencias con el surf, los naufragios vividos y su amistad con pescadores de que el mar nos ofrece la alegría más pura, pero que también es causa de las mayores tristezas y lo terrores más profundos.

Texto: Maxi González de Surf&Comics

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